Meditación del niño Interior

Meditación del niño Interior


Muy dentro de cada uno vive el niñito que una vez fuimos.

Para la mayoría de nosotros, nuestro Niño Interior permanece oculto bajo las diferentes capas que nos hemos puesto, detrás de la historia que hemos transitado para convertirnos en adultos.

En nuestra prisa por crecer, hemos olvidado la sabiduría, la pureza, la sencillez y la inocencia que una vez poseímos cuando éramos niños.

En esta meditación, tratemos de  conectarnos con nuestro Niño Interior y su candidez.

Durante unos minutos podemos abrazarnos con esta parte nuestra, pequeña, tierna que necesita protección.

Sentémonos en una posición relajada, cómoda, cerremos los ojos y respiremos profundamente para conectarnos con nuestro niño interior.

Busquemos en nuestra mente una imagen de cuando éramos pequeños.

Como ser adulto abracemos a nuestro Niño Interior. Escuchemos lo que quiere decirnos, lo que quiere manifestarnos, el porque de sus enojos, de su ira, de sus lágrimas, de sus caprichos, de su impotencia, de su dolor.

Puede que nos de las respuestas a las preguntas que hemos esperado, la solución que tanto tiempo hemos estado buscando. Aunque siempre supimos las respuestas... estuvieron dentro de nuestro corazón durante toda la vida.

Abracémonos a nuestro niño, démosle todo el amor y contención que necesita, las caricias, la ternura que reclama.

Si hay un dolor o una herida que marcó nuestra niñez ahora es el momento, ahora podemos sanarnos hablando con nuestro niño y con la Divinidad que habita también en nuestro interior, que es la parte perfecta de nuestro ser.

Debemos ofrecerle la sabiduría y la capacidad que llega con la madurez para sanar el cuerpo y el alma,  y volver así a ver el mundo con los ojos de un niño, inocente, tierno, puro.

A este niño le tenemos que decir dulcemente que lo amamos, que lo vamos a proteger eternamente de cualquier daño. Debemos Abrazarlo fuerte y prometerle que siempre estaremos con él y para él.

El conectarnos con nuestro niño interior nos ayuda a sanar, a borrar memorias, a hacernos totalmente responsables de nuestra historia, de nuestra vida y a ser felices.

Démonos el permiso de ser tan sabios como nuestro niño interior para que podamos dejar de enfocarnos en lo que no es importante y comencemos a vivir cada momento como lo que es, precioso y único.

Nuestra vida estará así colmada de plenitud de paz y alegría.

Recordemos siempre que el amor es lo único importante.